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La cantidad de materia no soluble presente en el agua potable es un indicador esencial de su calidad. El limo, la arena, las bacterias, las esporas y los precipitados químicos contribuyen a la turbidez del agua. Si el agua tiene turbidez alta puede tener mal sabor y ser poco segura. El consumo de bacterias y otros microorganismos, incluso en concentraciones muy bajas, puede provocar graves efectos en la salud. Por tanto, una medición exacta y sensible de la turbidez resulta esencial para asegurar que el agua potable no contenga estas sustancias contaminantes, tal y como explica Hach en este artículo.
La turbidez se puede medir con instrumentos en continuo, de sobremesa o de campo. La medición en continuo permite a los productores de agua potable controlar constantemente sus operaciones para garantizar que la producción funciona correctamente. Con frecuencia se usan instrumentos de sobremesa para laboratorio con el fin de documentar los procesos según la norma y poder verificar los resultados de los instrumentos de proceso. En ambas plataformas de instrumentos se debería dar la misma exactitud en los resultados. Asimismo, la medición óptima de la turbidez de proceso debe ser rápida. Una rápida respuesta garantiza una acción rápida ante una rotura del filtro o cualquier otro evento relacionado con la turbidez. Hach ha desarrollado una nueva tecnología para la turbidez con el objeto de cumplir estos requisitos.