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Las nuevas soluciones tecnológicas proporcionan las herramientas idóneas para ayudar a incrementar los niveles de eficiencia actual en un escenario en el que se hace necesario extremar las medidas dirigidas a conseguir un uso más eficiente de los recursos hídricos. Así lo explica WatEner, del Grupo Inclam, que utiliza soluciones innovadoras como la inteligencia artificial para ofrecer una excelente respuesta a los retos actuales en la operación de los servicios de abastecimiento.
Los cada vez más habituales episodios de sequía que padece España están teniendo un gran protagonismo periodístico y social. Pese a esta preocupante situación actual de falta de lluvia, asociar los eventos de sequía al término catástrofe puede parecer exagerado para una gran parte de la población de un país desarrollado, sobre todo en las grandes urbes, donde no se suele tener conciencia de la gravedad de una sequía hasta que no se producen restricciones en los servicios de agua potable, siendo este un hecho muy poco frecuente.
La calificación de catástrofe parece reservada para fenómenos cuyos efectos se producen en un intervalo de tiempo corto, como los terremotos o las inundaciones, con un impacto súbito y con una gran cantidad de muertos en el instante del evento. A diferencia de estos desastres, las sequías tienen un efecto prolongado en el tiempo y la identificación de su inicio y final suele ser complicada, aunque por el contrario el área que se ve afectada es más extensa.
Esta consideración cambia a medida que la actividad económica depende de actividades donde las lluvias y la aportación de los recursos hídricos regulados son un factor determinante. En este grupo no solo se encuentran las actividades agrícolas, sino también otras actividades productivas y recreativas. Pero la sequía no está causada únicamente por una irregularidad climática, sino también por la actividad humana. Por ello, es necesario adoptar una serie de medidas para paliar o reducir estos efectos.