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Las infraestructuras del ciclo urbano del agua, ligadas al almacenamiento, potabilización, distribución del agua a hogares, comercios e industrias o depuración de las aguas residuales, desempeñan un papel clave en nuestras ciudades. Sin ellas, nuestros núcleos urbanos no podrían funcionar correctamente. Por eso, necesitamos renovarlas y modernizarlas. El próximo domingo 22 de marzo celebramos en todo el mundo el Día Mundial del Agua, una efeméride que nos debería empujar a reflexionar sobre la gestión de este valiosísimo y escaso recurso, imprescindible para nuestra supervivencia.
No podemos olvidar que el agua es uno de los recursos más afectados por el cambio climático y que España es uno de los países europeos más vulnerables a este fenómeno. En este contexto, si queremos garantizar el uso más eficiente posible de los recursos hídricos deberíamos implantar un plan de renovación sostenible de estas infraestructuras. Además, los fenómenos meteorológicos extremos (olas de calor, sequías, lluvias torrenciales, inundaciones o huracanes), cada vez más frecuentes e intensos en España a causa del cambio climático, generan que se intensifique el impacto de los fallos en los servicios del ciclo urbano del agua.
Patromonio hidráulico urbano
Se estima que en España existen 23.789 km de red de aducción, 248.245 km de red de abastecimiento y 189.203 km de red de saneamiento. En total, unos 450.000 km de tuberías recorriendo nuestro país o, lo que es lo mismo, una distancia equivalente a dar 11 vueltas al mundo. En cuanto al valor económico de estas redes (calculado según lo que costaría instalar de nuevo cada una de ellas), se calcula en 5.138 millones de euros para la red de aducción; 36.059 millones para la de abastecimiento; y 128.917 millones de euros para la de saneamiento. Respecto a las infraestructuras singulares más relevantes, se estima que en nuestro país se cuenta con 1.640 potabilizadoras, 2.232 depuradoras, 29.305 depósitos y 456 tanques de tormenta, entre otras. Las potabilizadoras tienen un valor de 7.454 millones de euros; las depuradoras, de 14.466 millones; los depósitos, de 12.188 millones; y los tanques de tormenta, un valor estimado de 1.413 millones de euros.
Si sumamos los importes del valor de las redes y de las infraestructuras singulares, el valor que representaría hacer a nuevo el parque de infraestructuras asociadas al ciclo urbano del agua tiene un valor económico de 207.492 millones de euros. Este importe equivale al 16,7% del PIB de España en 2019 a precios corrientes, lo que pone de manifiesto la importancia y, por supuesto, el gran valor que tienen estas infraestructuras.
Todas estas cifras se extraen del estudio que hemos realizado desde la Cátedra Aquae de Economía del Agua (Fundación Aquae y la UNED), ´Análisis de las necesidades de inversión en renovación de las infraestructuras del ciclo urbano del agua´, junto a la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (AEAS) y en colaboración con la Universidad Politécnica de Catalunya. Las infraestructuras analizadas en este trabajo son las redes de aducción (tuberías destinadas a conducir el agua desde la obra de captación hasta la planta de tratamiento), las plantas potabilizadoras, los depósitos, las redes de abastecimiento, las redes de alcantarillado, las estaciones de bombeo, los tanques de tormenta y las depuradoras de aguas residuales.
Déficit de inversión
Nuestro país acumula un importante déficit de inversión en activos del ciclo urbano del agua, lo que conlleva un preocupante envejecimiento de estas infraestructuras, que amenaza la sostenibilidad y eficiencia alcanzada por el sector en los últimos años. Según nuestro estudio, la inversión necesaria en infraestructuras y redes del ciclo del agua en las ciudades españolas se sitúa entre los 2.221 y los 3.858 millones de euros anuales. Sin embargo, la realidad actual en nuestro país es muy distinta: cada año se invierten unos 585 millones de euros, un 70%-80% menos de lo necesario. La media anual de inversión real en el periodo 2009-2015 no ha superado los 2.400 millones de euros, un 49% de lo necesario. Esa cantidad ha caído incluso más en los últimos años, llevando a España a tocar suelo en lo que a inversiones en infraestructura de ciclo urbano del agua se refiere.
A pesar de que las infraestructuras de agua son clave para el funcionamiento óptimo de nuestras ciudades, existe un conocimiento muy limitado sobre sus características y su valor económico. No es algo que extrañe demasiado teniendo en cuenta que hablamos de infraestructuras invisibles para la ciudadanía, bien por estar enterradas bajo suelo, como es el caso de las redes de abastecimiento y saneamiento, o bien por encontrarse, normalmente, alejadas de los núcleos urbanos, como ocurre con las plantas potabilizadoras, depuradoras o los depósitos, por citar algunas.
La mayor parte de los ciudadanos de nuestro país están acostumbrados a que cuando se abre el grifo, sale agua potable, pero la mayoría no suele ser tan consciente del gran esfuerzo a nivel tecnológico y económico que hay detrás de todas las infraestructuras que hacen que este ´sencillo´ gesto sea posible. De hecho, este desconocimiento generalizado sobre nuestro actual parque de infraestructuras del ciclo urbano del agua es una de las causas que podría explicar el porqué de algunos debates y controversias surgidos en los últimos años en torno al precio del agua que consumimos en nuestros hogares, a pesar de que en España el precio medio de este recurso sea uno de los más baratos de la Unión Europea.
Ante la proximidad del Día Mundial del Agua (domingo 22 de marzo), aprovecho para incidir en la necesidad de hacer partícipe a la ciudadanía de todo lo que conlleva el ciclo del agua para que todos podamos disponer de ella en nuestros hogares con buena calidad y, además, sea devuelta al medio limpia.
El estudio que hemos llevado a cabo junto a AEAS es el primero que ha realizado un inventario completo de las infraestructuras del ciclo urbano del agua en España y que ha calculado su valor con el objetivo de que su divulgación contribuya a despertar el interés y unos procedimientos económicos mínimos para tener en consideración la necesaria renovación del extenso patrimonio afecto a los servicios locales (responsables legales) de abastecimiento y saneamiento urbano. Hasta ahora, invisibles y no considerados por nuestras autoridades centrales y autonómicas, ni siquiera a nivel de planificación.
¿Por qué es necesario renovar estas infraestructuras?
En primer lugar, porque su envejecimiento reduce la eficiencia de la capacidad instalada, aumentando los costes no solo financieros, sino también los ambientales, a través de las pérdidas de agua y/o vertidos no tratados, así como los costes sociales debido al aumento del riesgo de fallos del sistema y de cese del servicio.
En segundo lugar, porque el impacto de los fallos en los servicios del ciclo urbano del agua se intensifica en los escenarios de cambio climático, caracterizados por el incremento de la intensidad y de la frecuencia de eventos extremos, así como por el crecimiento y concentración de población en zonas urbanas.
Por tanto, invertir en infraestructuras del ciclo urbano del agua es clave no solo para mantener el actual conjunto de instalaciones hidráulicas de nuestro país, sino también para adelantarnos a futuros escenarios frutos del cambio climático.
El cambio climático afecta especialmente a los recursos hídricos, como reflejan los informes del Panel Internacional de Cambio Climático (IPCC). Su impacto en el ciclo del agua genera, en última instancia, una reducción de la disponibilidad de los recursos hídricos. En este contexto, el coste de la no acción es mucho más alto que el de planificar y priorizar las medidas de adaptación al cambio climático, incluyendo la modernización de los activos del agua en las ciudades. Unas ciudades que son particularmente vulnerables al calentamiento global y a los impactos de los desastres naturales. Por eso, debemos conseguir ciudades resilientes, algo que solo se hará realidad si las autoridades locales se involucran activamente, impulsando una planificación y gestión sostenible del agua.
Teniendo en cuenta que en España hay más de 8.000 municipios, el ordenamiento jurídico permite que la gestión de los servicios de agua se aglutine, englobando a más de un municipio, de tal forma que se aumente la especialización, la eficiencia y las economías de escala. De esta manera, hemos calculado que cada planta potabilizadora o depuradora presta servicio a una media de entre cuatro y cinco municipios.
Invertir más en infraestructuras del ciclo urbano del agua es una necesidad que en 2015 ya señalaba el estudio´‘Áreas prioritarias para una inversión sostenida en infraestructuras en España´, realizado por la consultora A.T. Kearney a petición de la patronal de grandes constructoras SEOPAN. Este informe concluye que la situación de las infraestructuras del sector del agua en España parte de unas cifras de inversión en infraestructuras (0,11% sobre el PIB) inferiores a la inversión media comunitaria en el ciclo del agua (0,27% del PIB). España ha invertido en infraestructuras un 56% menos que países de referencia como Alemania, Italia, Reino Unido y Francia. En este trabajo se realiza una estimación global de las necesidades de inversión en infraestructuras en España que asciende a una cifra entre 38 y 54 mil millones de euros anuales en los próximos diez años, identificando el agua como una de las principales áreas de inversión.
Inversión en obra nueva
Respecto a la obra nueva en España, la inversión necesaria en infraestructuras del ciclo urbano del agua está perfectamente referenciada para los futuros Ciclos de Planificación (hasta el año 2033). Se puede acceder a un resumen en la ´Síntesis de los planes hidrológicos españoles. Segundo ciclo de la DMA (2015-2021)´ de la Dirección General del Agua del Ministerio para la Transición Ecológica. La inversión total es de 45.192 millones de euros y se escalona en 19.888 millones hasta el año 2021; 14.908 millones desde 2022 a 2027; y 10.3976 en el periodo 2028-2033.
En las últimas semanas, muchos medios de comunicación se están haciendo eco de la astronómica multa impuesta por la Comisión Europea a España por la falta de depuración de aguas urbanas residuales en varias aglomeraciones urbanas. En concreto, nuestro país ya ha pagado a la Unión Europea más de 32,7 millones de euros por incumplir la directiva de 1991 sobre el tratamiento de las aguas residuales urbanas. Y lo más seguro es que esta multa continúe creciendo, al menos hasta 2023, fecha fijada por la UE para que España resuelva este tema.
Según nuestro informe, España dispone actualmente de 2.232 estaciones depuradoras de aguas residuales (EDAR), una cifra que, a la vista de los acontecimientos, parece no ser suficiente para descontaminar las aguas residuales de nuestros núcleos urbanos antes de verterlas a ríos o mares. Para solventar este problema, los planes hidrológicos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico contemplan 3.500 medidas de saneamiento y depuración, que supondrán una inversión de unos 10.000 millones en los próximos 18 años. Las comunidades autonómicas deben realizar dos tercios de esas actuaciones y elGobierno central, un tercio. Además, el Gobierno prevé realizar 86 obras de depuración por valor de 447 millones hasta 2023.
Conclusiones
Los efectos del cambio climático en el agua se intensificarán a lo largo de los próximos años, sobre todo en las ciudades, por lo que debemos avanzar en seguridad hídrica, que no es otra cosa que ser capaces de asegurar las necesidades de agua en calidad y cantidad de forma sostenible. Y para conseguirlo, debemos contar con un parque de infraestructuras del ciclo urbano del agua saneado y renovado.
En España, se requiere un esfuerzo inversor sostenido para mantener y renovar de forma
sostenible las infraestructuras hídricas, utilizadas por 47 millones de habitantes y 80 millones de turistas. Algo que, hasta la fecha, no se ha producido. ¿Por qué? Fundamentalmente porque las administraciones públicas involucradas en su conservación no han priorizado la necesidad de incluir su renovación en sus planes estratégicos de inversión.
El envejecimiento de estos activos y la falta de inversión de los últimos años hace peligrar la sostenibilidad de los servicios del agua, más aún en los escenarios de incertidumbre que conlleva el cambio climático. Por eso, coincidiendo con la semana del Día Mundial del Agua hacemos un llamamiento a las administraciones públicas para que cuiden estas infraestructuras municipales de agua de forma sostenible con el fin de asegurar su continuidad a las generaciones futuras.