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La Comisión Europea (CE) ha publicado recientemente el Décimo informe sobre el estado de ejecución de la Directiva sobre el tratamiento de las aguas residuales urbanas (Directiva TARU), según el cual la recogida y el tratamiento de las aguas residuales en las ciudades y municipios de Europa han mejorado de manera global, aunque los logros conseguidos difieren entre los Estados miembros. En este reportaje se repasan las claves sobre el estado de ejecución de dicha directiva.
El Décimo informe sobre el estado de ejecución de la Directiva sobre el tratamiento de las aguas residuales urbanas (Directiva TARU) se inscribe en la labor que desarrolla la CE en pro del objetivo de contaminación cero y preludia la estrategia en el ámbito de las sustancias químicas que se adoptará a partir de ahora. El documento en sí muestra que los índices de cumplimiento de la normativa de la Unión Europea (UE) sobre recogida y tratamiento de las aguas residuales son elevados y han aumentado en comparación con el período de referencia anterior. Ello contribuye a prevenir la contaminación del medio ambiente. Si bien la tendencia continúa siendo positiva, todavía no se ha logrado el pleno cumplimiento de la Directiva. La financiación y la planificación son aún los principales retos a los que se enfrenta el sector de los servicios hídricos.
Virginijus Sinkevičius, comisario europeo de Medio Ambiente, Océanos y Pesca, ha declarado que "el presente informe confirma que la recogida y el tratamiento de las aguas residuales están mejorando en toda la UE. La normativa de la UE ha desempeñado un papel crucial en la mejora de la calidad de los ríos, lagos y mares de nuestro continente y ha repercutido de forma beneficiosa en la salud y la calidad de vida de los ciudadanos europeos. Sin embargo, los avances no han sido uniformes y en algunos Estados miembros de la UE se precisa una mejor planificación y una mayor financiación de la infraestructura de aguas residuales. Vamos a hacer todo lo posible para impulsar la innovación y nuevas inversiones en infraestructuras medioambientales en toda Europa".
El informe muestra que en la UE se recoge el 95% de las aguas residuales y el 88% se somete a tratamiento biológico. Pese a ser una tendencia positiva, todavía queda trabajo por hacer: sigue sin recogerse el 1% de las aguas residuales urbanas y más del 6% de ellas no recibe un tratamiento lo suficientemente adecuado para cumplir las normas de tratamiento secundario. El nivel actual de inversiones en muchos Estados miembros es demasiado bajo para cumplir la Directiva y poder seguir haciéndolo a largo plazo, y varias ciudades o municipios de la UE todavía necesitan crear o modernizar sus infraestructuras de recogida de aguas residuales, así como construir plantas de tratamiento modernas.
Un estudio de la OCDE publicado recientemente muestra a la Unión Europea de forma clara el panorama de los déficits de inversión. La Comisión colaborará con los Estados miembros pertinentes a efectos de aprovechar al máximo las oportunidades que ofrecen el nuevo marco financiero plurianual y el Plan de Recuperación para Europa, incluyendo el tratamiento del agua y el saneamiento entre las máximas prioridades.
El informe abarca más de 23.500 ciudades y municipios de la UE que entran en el ámbito de aplicación de la Directiva, donde la población y las industrias generan cada año más de 610 millones de equivalentes habitante de aguas residuales, lo que representa aproximadamente la capacidad de 490 millones de bañeras diarias de aguas residuales.
Contexto
La Directiva sobre el tratamiento de las aguas residuales urbanas exige a los Estados miembros que garanticen que sus municipios, ciudades y asentamientos recojan y traten adecuadamente las aguas residuales. Las aguas residuales no tratadas pueden estar contaminadas por sustancias químicas nocivas, bacterias y virus, y representar, por tanto, un riesgo para la salud humana. Contienen asimismo nutrientes, como el nitrógeno y el fósforo, capaces de dañar las aguas dulces y el medio marino al favorecer la proliferación excesiva de algas que asfixian otras formas de vida, proceso denominado eutrofización. En 2019 se publicó una evaluación de la Directiva, en la que se llegó a la conclusión de que, en general, es adecuada para su finalidad, si bien hay margen de mejora.
Ahora, con la publicación de este décimo informe, se pretende aclarar cómo está la situación actual en Europa de las aguas residuales y cuál es su estado de ejeución. Para facilitar la comprensión de esta situación y cómo ayuda la CE a su cumplimiento, damos respuesta a las siguientes preguntas clave.
¿Cómo se vincula el tratamiento de las aguas residuales a la recuperación de la UE?
La protección de la salud humana y del medio ambiente, así como la lucha contra la contaminación, figuran entre las principales prioridades que guían el trabajo de la Comisión hacia la recuperación. Como consecuencia de la pandemia de COVID-19, la necesidad de trabajar en materia de salud y medio ambiente es ahora apremiante. Reforzar la capacidad de la UE para hacer frente a la contaminación resulta fundamental para mejorar la resiliencia de los ecosistemas y los seres humanos y contribuir a garantizar en todo momento la limpieza del aire, el agua, el suelo y los alimentos, así como productos de consumo seguros. Los planes nacionales de recuperación brindarán una buena oportunidad para que la mejora de la recogida y el tratamiento de las aguas residuales forme parte de la recuperación, en pro de la salud pública y el medio ambiente.
La Comisión señala en su informe que la Directiva no se aplica plenamente y que en algunos Estados miembros se observa incluso un considerable retraso a este respecto, siendo la financiación y la planificación los principales retos que se plantean. ¿Cómo garantiza la Comisión que todos los Estados miembros apliquen íntegramente la Directiva?
El décimo informe sobre la Directiva TARU muestra que los niveles de aplicación difieren mucho entre los Estados miembros. Así pues, la Comisión trabajará con los correspondientes Estados miembros para aprovechar al máximo las oportunidades que ofrecen el nuevo presupuesto de la UE y el Plan de Recuperación para Europa, a fin de dar prioridad al tratamiento del agua y al saneamiento. Gracias al reciente estudio de la OCDE sobre la estimación de las necesidades de inversión y la capacidad de financiación de la inversión relacionada con el agua, disponemos de una mejor cartografía de los déficits de inversión en los Estados miembros. Aunque se mantendrá el apoyo a los Estados miembros a través de la financiación de la UE, es evidente que se deberán analizar y evaluar cuidadosamente diversas opciones que permitan mejorar la liquidez de los presupuestos nacionales, entre ellas un aumento de las tarifas del agua o el recurso a la responsabilidad ampliada del productor, a efectos de garantizar una mejor aplicación del principio de que quien contamina, paga.
En el informe se menciona que se están estudiando actualmente nuevas medidas para abordar los ámbitos que requieren mejoras. ¿Puede facilitar más información?
La Directiva sobre el tratamiento de las aguas residuales urbanas se adoptó hace treinta años para proteger el medio ambiente de los efectos nocivos de los vertidos de aguas residuales no tratadas. Según la Evaluación REFIT de 2019, la Directiva es globalmente eficiente y eficaz, si bien hay margen de mejora. Las deficiencias afectan a una serie de fuentes de contaminación «residuales», como aguas pluviales, desbordamientos, escorrentías urbanas, sistemas individuales y pequeños asentamientos. Además, es necesario modernizar la Directiva para garantizar que aborde convenientemente problemas tales como los contaminantes que suscitan ahora inquietud (por ejemplo, los productos farmacéuticos y los microplásticos) y el cambio climático, y que se adecue a los últimos avances tecnológicos. La evaluación de impacto analizará la mejor manera de corregir las deficiencias observadas.
¿Cuáles son las principales actuaciones que lleva a cabo la UE para mejorar la aplicación de la Directiva sobre el tratamiento de las aguas residuales urbanas?
Entre las diversas herramientas disponibles, las más destacables son las siguientes:
Según afirma el informe, una mejor aplicación de la Directiva sobre el tratamiento de las aguas residuales urbanas favorece el logro de los objetivos de la Directiva marco sobre el agua. ¿Cómo puede comprobarse que es así?
El hecho de que la Directiva sobre el tratamiento de las aguas residuales urbanas contribuye a una mejor aplicación de la Directiva marco sobre el agua (DMA) puede demostrarse mediante el seguimiento de diferentes parámetros en ríos, lagos y otras masas de agua a lo largo del tiempo. Uno de estos parámetros es la demanda biológica de oxígeno (DBO), que está directamente relacionada con la disminución de oxígeno y la eutrofización. El informe muestra la cantidad de materia orgánica de las aguas residuales tratadas (medida en DBO) que se vertía en los ríos en los años noventa del siglo pasado, cuánta se vierte hoy y cuánta se vertería si se aplicara plenamente la Directiva. Se ha producido una clara reducción de la DBO, lo que indica que la calidad de las aguas de la UE ha mejorado en las dos últimas décadas. Ello también contribuye a una mayor biodiversidad acuática, en consonancia con los requisitos de la Directiva marco sobre el agua y la nueva Estrategia sobre Biodiversidad.
El incremento de los requisitos de tratamiento en virtud de la Directiva sobre el tratamiento de las aguas residuales urbanas dará lugar a una mayor contaminación de los lodos. Algunos Estados miembros ya han empezado a prohibir la reutilización de lodos en la agricultura. ¿Qué piensa hacer la Comisión para abordar este problema y adaptar la Directiva a los principios de la economía circular?
La Comisión es consciente de los problemas relacionados con los lodos y, en consonancia con el objetivo de contaminación cero y según lo anunciado en el Plan de Acción para la Economía Circular, desarrollará un plan integrado de gestión de nutrientes a fin de garantizar una aplicación más sostenible de los nutrientes y estimular los mercados de los nutrientes recuperados. Con vistas a conocer bien las consecuencias medioambientales y sanitarias de la reutilización de lodos en la agricultura, la Comisión está llevando a cabo una evaluación REFIT de la Directiva sobre lodos de depuradora, en paralelo a la evaluación de impacto de la Directiva sobre el tratamiento de las aguas residuales urbanas. El objetivo que se persigue es evaluar de qué manera la posible revisión de ambas Directivas podría potenciar el uso seguro de los lodos de depuradora en la agricultura, contribuyendo también de este modo a la aplicación de la Estrategia ´De la Granja a la Mesa´.
¿Resulta útil la vigilancia de las aguas residuales para ayudar a comprobar la propagación de la COVID-19?
Desde los inicios de la pandemia de COVID-19, tanto en la UE como en otros países se han investigado las aguas residuales, ya que reflejan la presencia del virus en la población. Según las investigaciones realizadas, en caso de infección el virus aparece a las pocas horas en las heces, tanto si el paciente es asintomático como si presenta síntomas leves o graves de la COVID-19. Por consiguiente, la presencia del virus se detectó en pocas instalaciones de tratamiento de aguas residuales antes de que el virus se propagara entre la población y de que se manifestaran los primeros síntomas clínicos. Los resultados han demostrado que la vigilancia de los sistemas de alcantarillado son una herramienta idónea, poco costosa y fiable para completar la imagen que proporcionan las pruebas de frotis, los análisis de sangre y las aplicaciones de rastreo.
La Comunicación de la Comisión relativa a la preparación sanitaria de la Unión a corto plazo frente a brotes de COVID-19[2], de julio de 2020, consideró la vigilancia de las aguas residuales un ámbito de actuación para la vigilancia de la salud pública. Desde el inicio de la pandemia, la Comisión Europea, a través de su servicio científico, el Centro Común de Investigación, ha puesto en marcha una iniciativa para evaluar conjuntamente muestras de aguas residuales y recoger datos de los Estados miembros; realizar muestreos y análisis normalizados adicionales; difundir los primeros resultados y favorecer el intercambio de información y de buenas prácticas.
Próximas etapas
La Comisión ha puesto en marcha una evaluación de impacto a fin de calibrar diferentes opciones destinadas a modernizar la Directiva. A este respecto, se pretende, entre otras cosas, hallar formas de tratar los contaminantes que suscitan ahora inquietud, como los productos farmacéuticos y los microplásticos, y estudiar si la vigilancia periódica de las aguas residuales puede facilitar la preparación de la UE de cara a la gestión de la pandemia de COVID-19 o enfermedades similares. Esta evaluación de impacto supondrá realizar múltiples consultas con las partes interesadas pertinentes.