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El 5 de junio se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente con el lema ‘Nuestras tierras. Nuestro futuro’. Y es el que el futuro preocupa, y mucho, debido a la situación actual de cambio climático en la que estamos inmersos. Los que más lo están sufriendo son los países emergentes, ya que el no disponer de una buena infraestructura hídrica y energética les está llevando a un desequilibrio medioambiental, aumentando su estrés hídrico. Muchos de estos países están sufriendo de forma generalizada periodos de sequias más prolongados, lluvias más torrenciales, desertificación del territorio, contaminación de los recursos hídricos (ríos, lagos, arroyos y aguas subterráneas) pérdidas de cosechas o inundaciones por la subida del nivel del mar, entre otros fenómenos. En esta tribuna, Fernando Díaz, director de Infraestructuras de Incatema, apunta las soluciones para paliar el estrés hídrico en países emergentes.
La principal preocupación en el mundo, en general, y en estos países en particular, es la pérdida de recursos hídricos a un ritmo muy acelerado, lo que pone en grave riesgo al 40% de la población mundial, que vive en países con dificultades para el acceso al agua potable de buena calidad y que no poseen infraestructuras de tratamiento de las aguas sucias provenientes de los hogares, la industria, la ganadería y la agricultura.
Algunas de las actuaciones para tratar de disminuir estos riesgos consisten en realizar un uso adecuado de los recursos hídricos naturales, en el correcto tratamiento de las aguas residuales y en potenciar el uso de las energías renovables. Estas actuaciones de mejora de las infraestructuras hídricas y energéticas conllevan una clara mejoría de la calidad de vida de las personas y del medio ambiente. Por ello, es necesario realizar inversiones adecuadas en infraestructura hídrica, tanto de abastecimiento de agua (redes de abastecimiento, plantas potabilizadoras, desaladoras), como de saneamiento (redes de saneamiento, estaciones depuradoras), sin olvidarnos de la optimización de las formas de riego de los cultivos, evitando el desperdicio del agua.
La calidad del agua se puede mejorar reduciendo la contaminación, eliminando los vertidos, minimizando la emisión de productos químicos y materiales peligrosos, reduciendo el porcentaje de aguas residuales sin tratar y aumentando considerablemente el reciclado y la reutilización, haciendo un uso eficiente de los recursos hídricos en todos los sectores y asegurando la sostenibilidad de la extracción y el abastecimiento de agua dulce. Para la optimización del suministro del agua potable, se debe diseñar una red de abastecimiento con captaciones sostenibles, plantas potabilizadoras y redes de distribución, que acaben con la extracción indiscriminada del agua del subsuelo mediante pozos, que agotan las reservas y producen la contaminación de los acuíferos subterráneos, o mediante las desviaciones del agua de los ríos con captaciones excesivas, que disminuyen el flujo hídrico y aumentan la contaminación aguas abajo.
En este sentido, Incatema trabaja desde hace 25 años en África y en Latinoamérica en distintos proyectos de agua. Ejemplos de ello son las estaciones de tratamiento de agua potable (ETAP) que hemos ejecutado en las ciudades senegalesas de Foundiougne, Kédougou y Lymodak, o la ampliación y modernización del acueducto Navarrete que actualmente estamos realizando en República Dominicana gracias al cual mejorará la calidad del agua de siete municipios.
Para evitar la contaminación por el agua sanitaria, hay que evitar los vertidos sin control de las aguas usadas, ya que provocan una gran contaminación de los ríos, lagos, aguas subterráneas, mares y tierras donde son evacuadas. Esto se consigue mediante una red de saneamiento, que recoja las aguas fecales y las lleve a una planta depuradora donde sean tratadas y pueden ser devueltas al ciclo hídrico natural en unas condiciones óptimas de salubridad. Muestra de esto es el emisario submarino de Cambérène, en Senegal, que permite completar por medios naturales el proceso de depuración de las aguas residuales de la EDAR situada en la misma localidad, ambas infraestructuras desarrolladas por Incatema. En definitiva, se trata de proteger y restablecer los ecosistemas relacionados con el agua, incluidos los bosques, las montañas, los humedales, los ríos, los acuíferos y los lagos.
La otra actuación clave para tratar de disminuir estos riesgos medioambientales es trabajar para alcanzar los objetivos del ODS 7 (Objetivos de Desarrollo Sostenibles de las ONU) para 2030, para lo cual es necesario invertir en fuentes de energía limpia, como la solar, eólica y termal y mejorar la productividad energética.
Actualmente los países en vías de desarrollo utilizan casi únicamente energías fósiles (petróleo, carbón y gas), que contaminan y calientan la atmosfera y ayudan a elevar la temperatura del planeta. Además, en muchas ocasiones, falla la cadena de suministro, provocando falta de energía durante muchas horas diarias y en las aldeas alejadas de las ciudades importantes no llega la infraestructura energética, con lo que sus habitantes no tienen acceso a la electricidad y la calidad de vida que ello conlleva, obstaculizando el acceso a la educación, a la atención médica y a las oportunidades económicas.
En un mundo en lucha contra el cambio climático, la energía limpia reduce emisiones y tiene la capacidad de distribuir la electricidad en aquellas comunidades que carecen de acceso a fuentes de energía. Por ello, necesitamos dejar de depender de los combustibles fósiles e invertir más en fuentes de energía limpias, accesibles, asequibles económicamente, sostenibles y confiables.
La conexión entre energía limpia, desarrollo socioeconómico y sostenibilidad ambiental es crucial para abordar los problemas a los que se enfrentan las comunidades vulnerables en todo el mundo. Las fuentes de energías renovables, que se encuentran en abundancia en nuestro entorno, ya sean aportadas por el sol, el viento, el agua, los residuos o el mismo calor de la Tierra, son renovadas por la propia naturaleza y emiten pocos (o ningún) contaminantes o gases de efecto invernadero a la atmósfera y, al hacer disminuir o eliminar la dependencia a importaciones de combustibles fósiles, permite a los países una diversificación de sus economías, al tiempo que se impulsan un crecimiento económico inclusivo, la creación de nuevos puestos de trabajo y una disminución de los riesgos de la pobreza. Las inversiones en energías renovables tendrán su compensación. Solo la reducción en contaminación y en el impacto negativo sobre el clima podría llegar a ahorrar al mundo hasta 4,2 trillones de USD.
El coste inicial de realizar todas estas actuaciones puede resultar desalentador para muchos países que carezcan de los recursos técnicos y financieros para llevarlas a cabo y solo se pueden conseguir mediante el aumento de la cooperación internacional, prestando apoyo a los países emergentes. No hay que olvidar que el desequilibrio medioambiental en cualquier zona del planeta afecta a todos si tenemos en cuenta que el clima está interconectado a nivel mundial, y que nuestras tierras son nuestro futuro.