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Cada 14 de febrero se celebra el Día Mundial de la Energía, una fecha clave para reflexionar sobre la importancia del uso eficiente de los recursos energéticos y su impacto en sectores fundamentales como la gestión del agua, tal y como nos explica Fernando Díaz, director de Infraestructuras de Incatema, en este artículo.
La energía es un factor determinante en el ciclo del agua, desde la captación y potabilización, hasta el transporte y tratamiento de aguas residuales. La creciente escasez hídrica y la necesidad de modelos sostenibles hacen imprescindible el desarrollo de tecnologías que optimicen tanto el consumo energético como el uso responsable del agua. En este sentido, la digitalización, las energías renovables y los sistemas de eficiencia energética están transformando la manera en que administramos este recurso vital, reduciendo la huella ambiental y garantizando un acceso más equitativo al agua.
Observamos cómo en España la digitalización y la implementación de tecnologías inteligentes son las que están cobrando mayor protagonismo en las infraestructuras de gestión del agua para optimizar su consumo energético. En este sentido, la instalación de sensores inteligentes (IoT) permite una monitorización en tiempo real de las redes de abastecimiento y de saneamiento. Aquí entra en juego el análisis big data, gracias al cual se pueden detectar fugas, predecir patrones de consumo y optimizar así la distribución del agua.
Las redes de agua inteligentes utilizan tecnología avanzada de automatización y control remoto que son esenciales para mejorar la eficiencia operativa de las instalaciones y reducir pérdidas en la red. La inteligencia artificial (IA), que se aplica ya en desalinizadoras y en estaciones depuradoras, está ayudando a ajustar los procesos en función de la demanda, reduciendo así el consumo energético.
También es importante la integración de baterías y de sistemas de almacenamiento energético en las infraestructuras hidráulicas, en tanto en cuanto permiten una mejor gestión de la energía utilizada en el bombeo y el tratamiento del agua, reduciendo la dependencia de fuentes convencionales. Por ejemplo, es lo que sucede con el biogás generado en las EDAR, que se está convirtiendo en una fuente clave de energía renovable. Mediante procesos de digestión anaerobia, los lodos generados en el tratamiento del agua producen biogás, que puede utilizarse para generar electricidad o calor, favoreciendo el autoconsumo energético y la reducción de la huella de carbono en estas instalaciones.
A medida que el cambio climático y la presión sobre los recursos hídricos aumentan, la tecnología seguirá desempeñando un papel crucial. Se prevé que en los próximos años la inteligencia artificial y el machine learning serán clave en la optimización de infraestructuras. Estas tecnologías permitirán analizar grandes volúmenes de datos en tiempo real, mejorando la predicción de demanda, la detección de anomalías en redes de abastecimiento y la automatización de procesos. Gracias a la IA, las infraestructuras hidráulicas podrán adaptarse a condiciones cambiantes con mayor rapidez y eficiencia, optimizando el consumo energético y reduciendo el desperdicio de agua.
Simultáneamente, la nanotecnología revolucionará los sistemas de filtración y purificación del agua. La nanotecnología se basa en la manipulación de materiales a escala nanométrica, permitiendo desarrollar membranas avanzadas para la filtración de agua, capaces de eliminar contaminantes con mayor eficacia y menor consumo de energía. Estas innovaciones incluyen nanomateriales con propiedades antimicrobianas y membranas con estructuras ultrafinas que mejoran la eficiencia de la desalación y la potabilización del agua. Con el tiempo, estas tecnologías harán que los procesos de tratamiento sean más accesibles y sostenibles.
La energía renovable será la principal fuente de alimentación para las infraestructuras hídricas. La combinación de energía solar, eólica e hidráulica con sistemas de almacenamiento avanzados garantizará un suministro energético más estable y sostenible para el sector del agua. Además, el desarrollo de sistemas híbridos permitirá reducir aún más la dependencia de fuentes convencionales, disminuyendo la huella de carbono y aumentando la resiliencia de las infraestructuras.