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Canal de Isabel II ha retirado de sus estaciones depuradoras de aguas residuales (EDAR) 28.433 toneladas de residuos sólidos a lo largo del año pasado. Se trata de elementos que en ningún caso deberían circular por la red de saneamiento. Además de las conocidas toallitas húmedas, hasta las 157 EDAR que Canal opera en la Comunidad de Madrid llegan diariamente productos que se tiran al inodoro, como bastoncillos, artículos de higiene femenina o incluso el propio pelo, que no solo suponen un grave problema operativo y económico, sino que también pueden causar importantes daños medioambientales.
El dato muestra un cambio de tendencia, ya que se había observado un aumento continuado de este tipo de residuos en las EDAR, que por primera vez en los últimos años ha descendido: en concreto, en 2016 se recogieron 32.244 toneladas de estos residuos, un 12 % más que en el año siguiente. En el verano de 2016, y tras comprobar que desde 2010 se había producido un incremento del 20% en la recogida de estos residuos, Canal de Isabel II lanzó una campaña informativa con la que trataba de concienciar a los ciudadanos para que evitasen realizar estos vertidos en los inodoros de sus casas, y, en su lugar, los depositasen en la basura.
El viaje que emprende una toallita, junto al resto de residuos, cuando es arrojada por el inodoro, la lleva a pasar por las tuberías interiores de las viviendas, donde se pueden producir atascos, sobre todo si también se vierten aceites y otros elementos que contribuyen a que se formen acumulaciones de mayor volumen. Posteriormente, discurren por la red de alcantarillado y las instalaciones de bombeo de aguas residuales para llegar, finalmente, a las depuradoras. A pesar de que se indica que son biodegradables, el lapso que transcurre entre que se tira la toallita por el inodoro y esta llega a la red de alcantarillado y a la propia depuradora no es suficiente para que
se deshaga, por lo que se acumulan en las rejas de llegada a las EDAR y en las bombas, especialmente en época de lluvias.
Desde allí, estos residuos, una vez retirados, se llevan a los vertederos. Este hábito puede llegar a serios daños no solo en instalaciones interiores y en infraestructuras hidráulicas, sino también en el medio ambiente, ya que las bombas que impulsan el agua residual dentro de las depuradoras pueden dejar de funcionar y, en un caso extremo, la planta podría llegar a quedar, incluso, inoperativa. Por último, los operarios que trabajan en estas instalaciones y en las redes de saneamiento se ven sometidos a riesgos laborales importantes cuando tienen que desatascar conducciones, bombas u otros elementos.
Así pues, Canal de Isabel II ha cuantificado en una cifra media anual de 2,2 millones de euros el sobrecoste que suponen estos vertidos a la red de saneamiento. Este importe incluye los costes de retirada de estos residuos, los costes extra de mano de obra para la limpieza de las bombas, la reposición de las que quedan inoperativas y el incremento en la factura energética.
Canal, en su Plan Estratégico 2018-2030, incluye, bajo la línea estratégica de impulso de la calidad ambiental, un plan de excelencia en depuración, llamado Nuestros ríos sanos, con el que se situará más allá del cumplimiento legal en su compromiso con el medioambiente y realizará actuaciones como programas de modelización de EDAR, de mejora en de la calidad de los vertidos o un plan de mejora del control de vertidos industriales a la red.