20 de marzo, 2019
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El próximo viernes se celebra el Día Mundial del Agua 2019, bajo el lema ´Sin dejar a nadie atrás´, enfatizando el Objetivo de Desarrollo Sostenible 6 (garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos en 2030). Una efeméride que Fundación Aquae aprovecha para explicar el concepto de huella hídrica (HH) y cómo este indicador está ayudando a tomar conciencia sobre el impacto que nuestro estilo de vida, los productos que consumimos y las formas de producción tienen sobre el agua.

El promedio mundial de la huella hídrica es de 1.385.000 litros por persona al año. O lo que es lo mismo: el volumen de media piscina olímpica cada uno. El consumo de agua en el mundo se distribuye de la siguiente manera: 70% en la producción agrícola y ganadera; 20%, en la producción industrial; y 10%, en el ámbito doméstico.

Según Water Footprint Network, en el ranking de naciones con mayor HH del planeta se sitúa en primera posición Mongolia, con 10.000 litros por habitante al día; Níger, con 9.600 litros por habitante al día; Bolivia, con 9.500 litros; Emiratos Árabes Unidos, con 8.600 millones de litros; y Estados Unidos, con 7.800 litros per cápita al día. En sexta posición se encuentra Mauritania, con 7.000 litros por habitante al día; seguido de Portugal, con 6.900 litros; y España, con 6.700 litros.

España ocupa el octavo puesto en la clasificación mundial de países con mayor huella hídrica (producción y consumo) y el segundo puesto en el ranking europeo. La HH anual de España se sitúa cerca de los 2 millones y medio de litros por persona, el doble que el promedio mundial (1.385.000 litros por persona al año). Pero si hablamos de consumo de agua, en España no es elevado ya que se sitúa en unos 136 litros por habitante al día, ocupando el undécimo puesto del ranking europeo, liderado por Noruega, con 200 litros de agua por persona al día. Para tener una referencia, la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que una persona debe consumir una media de 100 litros de agua al día para satisfacer sus necesidades, tanto de consumo como de higiene.

En este ranking mundial de huella hídrica se tiene en cuenta la huella hídrica interna (contabiliza el uso interno de agua para producir los bienes y servicios consumidos por sus habitantes) y la huella hídrica externa (mide el agua de bienes y servicios importados, es decir, el agua utilizada por otros países para producirlos) de un mismo país ya que, según Water Footprint Network, la HH de una nación se puede medir desde dos perspectivas: producción y consumo. Por ejemplo, en los Países Bajos, el 95% de la huella hídrica del consumo se encuentra en otro lugar del mundo a través de bienes importados, mientras que en países como la India o Paraguay solo el 3% de la huella hídrica nacional del consumo es externa. Un dato a tener en cuenta: el 16% del agua consumida en el mundo viaja de forma virtual de unos países a otros a través de los productos.


Huella hídrica: datos para gestionar mejor el agua

Fundación Aquae, cuyo eje central de actuación se centra en la consecución de los ODS, explica qué es la huella hídrica: indicador medioambiental que define el volumen de agua dulce total usada para producir los bienes y servicios que habitualmente se consume (como individuo, comunidad, empresa o país). Por tanto, vincula a las empresas productoras, a los comerciantes y a los consumidores finales.

Para calcularla hay que medir el volumen (litros o m3) de agua utilizada en la cadena de suministro de un producto. La HH es el resultado de tres indicadores, en función de la procedencia del agua: huella hídrica verde (procede directamente del agua de lluvia o nieve y que se almacena en el suelo en capas superficiales al alcance de las plantas), huella hídrica azul (procede de fuentes naturales o artificiales mediante infraestructuras o instalaciones operadas por el hombre) y huella hídrica gris (agua contaminada en los procesos de producción que, posteriormente, es necesario diluir para cumplir con las normativas sectoriales).

La disponibilidad del agua dulce está disminuyendo en muchas regiones del planeta, principalmente debido a los efectos del cambio climático, al incremento de la población, a la urbanización y al consecuente aumento en la presión sobre los recursos hídricos. En este contexto, la HH muestra el impacto humano sobre los recursos globales de agua dulce, facilitando una base de conocimiento muy útil sobre la que diseñar estrategias de gestión del agua más eficientes. "La huella hídrica es una herramienta que nos permite extraer una gran cantidad de datos cuyo objetivo es desencadenar acciones concretas, por ejemplo, saber cómo de beneficiosas son las modernizaciones en un sistema de regadío determinado", explica Mikel de Pablo, responsable de Proyectos de Fundación Aquae.

El concepto huella hídrica nació en 2002 de la mano del profesor Arjen Y. Hoekstra, de la Universidad de Twente (Países Bajos). El interés por la HH creció rápidamente y en 2008 el profesor Hoekstra fundó, junto con actores del mundo empresarial, sociedad civil y organizaciones académicas, la Water Footprint Network, una comunidad internacional cuyo objetivo es promover la transición hacia el uso sostenible, equitativo y eficiente de los recursos de agua dulce en todo el mundo.

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