1 de agosto, 2019
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El pasado 29 de julio se celebro el ´Día de sobrecapacidad de la Tierra (Earth Overshoot Day), que señala el momento a partir del cual el planeta comienza a consumir más recursos naturales de los que produce anualmente. La evolución de los últimos años es alarmantemente negativa en este aspecto. Si en 1970 el día de sobrecapacidad fue el 23 de diciembre -es decir, prácticamente se podía decir que el plantea no consumía más de lo que producía en un año-, ahora la fecha llega antes de que finalice el segundo cuatrimestre. Ante este hecho, las empresas del sector del agua, en particular las que forman parte de la Asociación Española de Empresas Gestoras de los Servicios de Agua Urbana (AGA), ya están ´luchando´ contra el cambio climático.

 

Es importante señalar que el 29 de julio es la media de los países estudiados. Si se analiza país por país, España está en déficit ecológico desde el 28 de mayo, es decir, si todos los habitantes de la Tierra viviesen como un español medio, se consumiría el equivalente a 2,5 planetas por año. Esta cifra asciende a 5 planetas por año, si se estudia el caso de los Estados Unidos.

Esto no es sino una muestra más de que la defensa del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático necesitan actuaciones de calado y que estas se ejecuten ya. También en el ámbito del agua.


El agua: bien básico y derecho humano a proteger

Todas las empresas de agua urbana y en especial las públicas, mixtas y privadas que forman parte de AGA, están totalmente concienciadas con el medio ambiente. No puede ser de otra forma, pues la materia prima de los operadores es el agua: bien básico esencial considerado como derecho humano, que es además de titularidad pública y, por tanto, de uso subordinado al interés general. El compromiso del sector del agua urbana con el cambio climático es total.

La mayoría de los efectos más evidentes del cambio climático tienen que ver directamente con agua: sequías, lluvias torrenciales, aumento del nivel del mar, deshielo, pérdida de biodiversidad fluvial y marina, etc. En consecuencia, es un tema que preocupa mucho al sector del agua urbana y que está claramente definido en los condicionantes diarios de su gestión.

En el caso particular del agua, hay motivos suficientes para estar alerta. Un informe de la Agencia Europea del Medio Ambiente publicado en 2016, ya señalaba a España como el país más vulnerable frente al cambio climático de toda la Unión Europea. Esto es así por nuestra posición geográfica, la escasez generalizada de agua y el estrés hídrico. Al anterior, se suma otro informe del Centro de Experimentación de Obras Públicas (CEDEX) publicado en 2017 que indica una reducción drástica de los caudales fluviales en la Península en los próximos años.


Economía circular: la clave del presente y del futuro

Ante esta situación, es importante que se hagan políticas públicas que apoyen el nuevo concepto de economía circular del agua, aunque el sector ya viene trabajando históricamente en este sentido. El potencial de la economía circular en la gestión de los recursos hídricos es enorme: el agua es fuente de energía renovable; bebiendo agua de grifo se evita el uso de plásticos de un solo uso; a partir de los distintos procesos del ciclo urbano del agua se pueden obtener subproductos como abono, agua regenerada y un larguísimo etc..

Las empresas de agua urbana luchan día a día por reducir al mínimo indispensable sus emisiones, con el objetivo de que el sector quede totalmente descarbonizado y que sea, por tanto, neutro en emisiones de carbono. Se quiere insistir en el compromiso del sector del agua urbana en la lucha contra el cambio climático. La alineación de las empresas con los Objetivos de Desarrollos Sostenible (ODS) y la Agenda 2030, es total. Desde hace décadas se están transformando las instalaciones para que sean más eficientes energéticamente y verdaderas garantes de la economía circular.

El ejemplo más paradigmático son las estaciones depuradoras de agua residual (EDAR) que poco a poco se están comenzando a conocer como biofactorías. El motivo es que, con el agua residual que llega a las plantas, el sector es capaz de producir agua depurada que se devuelve en buen estado al cauce; agua reutilizada; fósforo en forma de estruvita para su uso como fertilizante; abono; biogás que puede ser utilizado para cargar flotas de vehículos; y energía eléctrica para el consumo propio de la planta (llegando incluso al 100%) o ser introducida en la red general.

 

Herramientas adecuadas: caminos hacia el éxito

En ocasiones, la técnica va por delante de la normativa y el sector se encuentra con trabas administrativas y legales que ralentizan el pleno desarrollo de las actividades con las que se consigue una verdadera economía circular. Por ello, AGA viene reclamando insistentemente la alineación de todas las políticas públicas, que "permitan la consecución de los objetivos medioambientales, sociales y económicos que nos demanda actualmente la sociedad a la que servimos y en la que estamos inmersos".

Por otro lado, las economías de escala que se crean al prestar el servicio de agua urbana de forma mancomunada son necesarias para favorecer no solo un mejor servicio, sino una infraestructura más lógica y ajustada a las necesidades reales y, por tanto, más respetuosa con el medio ambiente. Indispensable también es aplicar innovación y tecnología y, en definitiva, apostar por I+D+i, para hacer frente a los retos del agua, como se viene insistiendo desde AGA.

El cumplimiento de los objetivos ambientales expuesto exige un gran despliegue de capacidad inversora que no puede ser cubierto de forma íntegra por las administraciones públicas. Por ello, la colaboración público-privada será actor esencial en el futuro del agua urbana y su camino hacia la descarbonización y el mantenimiento de la excelencia del servicio.

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