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Economía circular, emergencia climática, sostenibilidad. En los últimos meses, estos conceptos llenan las páginas de los principales medios de comunicación y son objeto de estudio en universidades de todo el planeta. En un entorno cada vez más globalizado, la escasez de recursos es una realidad y, aunque desde Europa la necesidad de reutilizar agua parezca impensable, según datos de UNICEF, en el mundo 2.100 millones de personas no tienen acceso a agua potable. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas estiman que para el año 2050 al menos un 25% de la población mundial vivirá en un país afectado por escasez de agua dulce. Ante tal escenario, es fundamental trabajar en proyectos de reutilización de aguas, para los que Salher tiene diversas soluciones.
El proceso de reutilizar agua consiste en dar una nueva vida útil a aguas que anteriormente tuvieron un uso doméstico o industrial. Para ello, primero se deben depurar estas aguas y, en segundo lugar, se requiere un tratamiento terciario como los que ofrece Salher para obtener aguas regeneradas según los parámetros exigidos.
Los tratamientos de depuración convencionales aseguran una calidad que nos permite verter el agua sin riesgo al medio ambiente, pero si queremos reutilizarla para la agricultura, la industria u otros usos domésticos, la calidad del agua debe ser mayor.
¿En qué consiste la reutilización, desde un punto de vista técnico?
Las plantas compactas de reutilización de Salher ofrecen innumerables configuraciones para cumplir con cualquier calidad de agua exigida o uso previsto. Son un conjunto de elementos de afino para el tratamiento de aguas grises procedentes de duchas, bañeras y lavabos y aguas residuales domésticas e industriales previamente depuradas.
En una primera fase, este tratamiento incluye un sistema de filtros de arena o bien un sistema de ultrafiltración. En este último supuesto, si el reúso del agua fuera inmediato, con esta primera fase sería suficiente. Sin embargo, la mayoría de las veces esta agua tarda en ser reutilizada y queda acumulada en un depósito.
Por ello, para su posterior reutilización se necesita de una segunda fase. Esta segunda fase consiste en un sistema de desinfección, una cloración de mantenimiento, que puede ser mediante hipoclorito o mediante ozono o radiación ultravioleta.
En aquellos casos en los que el agua no haya sido sometida primero a un proceso de depuración, existe la opción de suministrar un biorreactor de membranas (MBR), que combinará ambas tecnologías: fangos activos y ultrafiltración.
Las aguas regeneradas mediante estos procesos se pueden emplear como recarga de cisternas de inodoros, riego (agrícola, de zonas verdes y campos de golf), limpieza de alcantarillado, baldeo de calles, sistemas contra incendios, lavado industrial de vehículos, procesos industriales o recarga de acuíferos y regeneración de ríos y humedales.
La reutilización como paradigma de la economía circular
La implantación de un sistema de reutilización de aguas supone una inversión económica inicial importante, que se amortiza con el paso de los años en aquellas instalaciones donde se genere un elevado consumo de aguas grises. Así, algunos lugares en los que sería interesante instalar una planta de reutilización, ya que se consume una gran cantidad de aguas y se generan aguas fácilmente reutilizables, son los hoteles, gimnasios y lavaderos de coches.
Más allá del cariz ecológico y el ahorro de dinero a largo plazo, otro incentivo que motiva a muchas empresas a instalar sistemas de reutilización de aguas Salher es la obtención de etiquetas sostenibles y certificaciones para sus edificios. En España existen la certificación LEED, la BREEAM y la etiqueta verde, que además permiten el ahorro de impuestos como el IBI en España.
Algunos ejemplos de plantas de reutilización de aguas suministradas y funcionando de Salher son:
Reutilización de aguas en Europa
El estrés hídrico que sufren algunos países del sur de Europa, como Chipre, España, Francia, Grecia, Italia o Portugal, los lleva a establecer sus propias legislaciones sobre reutilización. Por ejemplo, en España, para aumentar los recursos hídricos se redactó el Real Decreto 1620/2007. Este regula los permisos para la reutilización de las aguas depuradas, que debido a la falta de inversión asciende tan solo a un 10,4% en el país.
Por su parte, la Comisión Europea está en trámites de aprobar una regulación comunitaria enfocada en el riego agrícola para fomentar el uso de las aguas regeneradas de manera segura para el medio ambiente. Al final, la reutilización de aguas es una práctica más sencilla y fiable que los trasvases o la desalinización.
Las predicciones dicen que, con una normativa europea sobre la mesa, el volumen de agua reutilizada aumentará hasta los 6.600 millones de m³ anuales en 2025, desde los 1.100 millones actuales.