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Un estudio colaborativo, con participación del Instituto Catalán de Investigación del Agua (ICRA), ha detectado por primera vez cambios globales en los patrones de mezcla del agua en lagos. La investigación, que se acaba de publicar en Nature Communications, muestra que la duración del periodo de estratificación en los lagos del hemisferio Norte se ha alargado en algunos casos hasta un mes entero, debido al calentamiento global, lo que afecta a la calidad del agua de muchos lagos.
Un estudio liderado por el Dundalk Institute of Technology de Irlanda en el que también participa el ICRA, y publicado esta semana por la revista Nature Communications con el título de Phenological shifts in lake stratification under climate change, muestra que la duración del periodo de estratificación en los lagos del hemisferio Norte se ha alargado durante el siglo XX, en algunos casos hasta un mes entero. "Esto ya ha tenido consecuencias en la calidad del agua de muchos lagos", afirma Rafa Marcé, investigador del ICRA y coordinador de la red de modelización internacional ISIMIP Lake Impact Sector, que ha hecho posible este trabajo. "Durante la estratificación, las capas profundas están aisladas de la atmósfera, y van agotando su contenido de oxígeno, que se puede llegar a agotar. El déficit de oxígeno tiene consecuencias muy negativas para el ecosistema y para la calidad del agua, y si la estratificación dura más estos problemas no hacen más que aumentar".
Cada primavera, mientras prados y bosques despiertan de forma evidente del letargo invernal, los lagos y embalses sufren una transformación invisible con consecuencias fundamentales para todos los usos del agua: sus aguas superficiales se calientan y en pocas semanas estarán tan calientes y habrán perdido tanta densidad que ya no podrán mezclarse con el agua fría del fondo. "Cada año el agua de los lagos y embalses se estratifica durante la primavera y el verano", explica Daniel Mercado, también del ICRA. "Esto puede parecer algo anecdótico, pero en realidad todo el funcionamiento del ecosistema y todos los usos que hacemos del agua están adaptados a la periodicidad de este fenómeno. Si el latido de la estratificación y la mezcla cambia, el ecosistema y nuestra manera de gestionar y disfrutar del agua en los lagos y embalses también tendrá que cambiar".
El estudio también hace proyecciones de cómo el alargamiento del periodo de estratificación puede afectar a los lagos en el futuro si no se toman medidas para paliar el cambio climático. Daniel Mercado ha contribuido a estas simulaciones modelando el comportamiento de 17.000 lagos y embalses en la Tierra en Undarius, el supercomputador de ICRA. "Por primera vez, científicos de todo el mundo nos hemos coordinado para simular el comportamiento de una gran cantidad de lagos en diversos escenarios de cambio climático y utilizando muchos modelos diferentes", explica Daniel. "Esto es imposible hacerlo en solitario, así que creamos el ISIMIP Lake Impact Sector para promover una colaboración internacional que era indispensable". Los modelos predicen que en un futuro en el que no se ponga freno al cambio climático, la estratificación anual de los lagos se alargaría entre 20 y 40 días de media, dependiendo del grado de mitigación del cambio climático que aplicáramos a partir de ahora.
Las consecuencias de tal fenómeno se acercarían al desastre. "No somos conscientes de la importancia de esto porque, a diferencia de otros cambios como la floración de los cultivos o las migraciones de los animales, no tenemos una experiencia sensorial directa de lo que ocurre en el agua de los lagos", explica Rafa Marcé . "Pero las consecuencias para la diversidad serán en muchos casos irreversibles. Muchos lagos que ahora están bien oxigenados desarrollarán déficits de oxígeno, lo que expulsará especies de peces que no lo pueden tolerar. La calidad del agua que usamos para beber y otros usos también se verá afectada por este déficit de oxígeno, lo que implicará gastar más recursos para poder disfrutar del agua con garantías".
Pero eso no es todo. Estudios recientes apuntan que el alargamiento del periodo de estratificación en lagos favorece la emisión de metano desde los sedimentos, un gas con un potente efecto invernadero. "Es un ejemplo claro de retroalimentación: a más calentamiento global, más estratificación y más metano producido en los lagos, lo que llevará a más calentamiento", explica Daniel Mercado. "Esto no es más que otra de las muchas evidencias que tenemos sobre la mesa que nos deberían hacer actuar para detener el cambio climático de forma inmediata, sin dilaciones".