17 de junio, 2022
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Con motivo de la celebración del Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y Sequía, que se celebra cada  17 de junio, el Foro de la Economía del Agua quiere recordar la importancia de la gestión sostenible del suelo, a través de la agricultura sostenible y la reforestación, como vía para paliar la creciente desertificación, especialmente aguda en España.

El lema de este día internacional, del que España eseste año la sede, es ‘Superando juntos las sequías’, que hace especial hincapié en la acción temprana para evitar consecuencias irreversibles para la humanidad y los ecosistemas.

En respuesta a esta situación, Estanislao Arana, director académico del Foro de la Economía del Agua, aboga por la anticipación en la toma de medidas para afrontar la sequía, en un escenario en los que se prevén incrementos de temperatura de 2 ºC para 2050, según datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco). Naciones Unidas destaca además que tanto el número y como la duración de las sequías han aumentado un 29% a partir de los registros del año 2000.

“Tras las alarmantes noticias sobre una inminente sequía que se producían este invierno, la emergencia inmediata se ha resuelto: es ahora cuando hay que trabajar, cuando hay que planificar adecuadamente para estar preparados ante la próxima emergencia, que sabemos que va a suceder en un futuro inmediato”, explica el experto.

 

Una ordenada explotación agraria y forestal para combatir la desertificación

En lo que respecta a España, la desertificación casi alcanza a las tres cuartas partes del territorio nacional, de acuerdo al Borrador de la Estrategia Nacional de Lucha elaborado por el Miteco.

A este respecto, el Foro de la Economía del Agua propone trabajar en una correcta gestión del suelo, que incluye la gestión agrícola sostenible y la reforestación, tanto de los terrenos de interior como de las cuencas fluviales. En este sentido, la reforestación de los cauces es muy interesante para prevenir la erosión y las inundaciones, especialmente en zonas como la cuenca mediterránea, muy sensible a fenómenos como las lluvias torrenciales.

Junto a la reforestación, el impulso de los cultivos tradicionales es otro de los elementos básicos para paliar la desertificación. Este tipo de producción “pegada a la tierra” tiene dos grandes ventajas: “permite el arraigo de la población al territorio y al mismo tiempo evita la erosión de los terrenos”, argumenta Arana. El experto apunta que “el mejor modo de proteger el suelo de la desertificación es a través de su explotación racional y sostenible, evitando el abandono de los terrenos, que solo agrava el problema”. Así, “establecer el suelo como medio de generación de riqueza para las personas que viven en él es el mejor modo de implicar colectivamente a la sociedad en su conservación y su mantenimiento, previniendo la erosión y minimizando los incendios”, concluye Arana.

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