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En el 18º Taller Anual sobre Espectrometría de masas de alta resolución (HRMS) y aplicaciones Lc-Ms/Ms en análisis ambiental y seguridad alimentari, celebrado recientemente en Barcelona, se ha evidenciado que las aguas residuales no solo vigilan el comportamiento y evolución de los virus, sino también la detección de roedores en cualquier en el alcantarillado, lo que permite controlar las enfermedades que pueden transmitir a los humanos.
Barcelona ha acogido los días 10 y 11 de octubre el 18º Taller Anual sobre Espectrometría de masas de alta resolución (HRMS) y aplicaciones Lc-Ms/Ms en análisis ambiental y seguridad alimentaria, evento organizado por el Centro Superior de Investigaciones Cientificas (CSIC) y el Instituto Catalán de Investigación del Agua (ICRA). Un espacio de debate cuyo objetivo es fomentar el intercambio de información entre científicos del mundo académico, agencias gubernamentales e industria. Damià Barceló, director del ICRA y presidente del comité científico del encuentro, ha declarado que "la presencia en nuestro país de una congreso de estas características con más de 130 expertos de todo el mundo prueba, una vez más, la capacidad de convocatoria y liderazgo internacional para atraer y poner en común nuevas ideas y los últimos avances en espectrometría de masas".
Una de las ponencias impartidas durante esta mañana ha sido la de Montserrat Carrascal, del IIBB-CSIC, quien ha afirmado que "las plagas de roedores son un peligro para la salud humana debido a las enfermedades que pueden transmitir a través de las bacterias que las infectan y a la transmisión de pulgas, garrapatas y ácaros. Además, comprometen la integridad de las estructuras infestadas y, una vez establecidas, resulta muy difícil eliminarlas. En las grandes ciudades, las ratas viven en el alcantarillado. Si no se realiza ninguna acción de control, estos roedores pueden vivir hasta 7 años y procrear hasta 4 veces al año con una media de 10-14 crías, por lo que el número varía rápidamente en pocos meses".
Actualmente se utilizan diversas estrategias para la vigilancia de estas plagas, generalmente basadas en el conteo de animales y su extrapolación a la población total. El número de animales en las grandes ciudades suele referirse como el número de roedores por cada habitante. Por ejemplo, se estima que en la ciudad de Barcelona puede haber una rata por cada 4 habitantes, y algunas estimaciones hablan de hasta 10 roedores por habitante en Nueva York. Sin embargo, no existe un método estandarizado para determinar su número, estimar la densidad de la población o comprender la dinámica de su población.
En un estudio liderado por Carrascal, del Biological and Environmental Proteomics Group, en el IIBB-CSIC de Barcelona, se ha desarrollado una estrategia que utiliza las aguas residuales para la detección y cuantificación de roedores que se basa en la detección de proteínas específicas de estos animales. Las heces de rata, al igual que las humanas, contienen proteínas que se secretan en el páncreas, que realizan su función durante la digestión de los alimentos y que son posteriormente eliminadas. La detección de estas enzimas, las amilasas pancreáticas, en aguas residuales indica la presencia de animales vivos, y la cuantificación relativa a la amilasa humana podría permitirnos monitorizar el aumento o la disminución de heces de roedores en estas muestras.
Así, el estudio de las aguas residuales es una gran fuente para la detección de roedores en cualquier ciudad de todo el mundo o, si el muestreo se realiza en puntos específicos del sistema de alcantarillado, para crear un mapa de roedores. Este trabajo muestra el potencial de esta herramienta para la detección de roedores utilizando el agua de nuestras cloacas.
La organización del congreso ha contado con la ayuda de SCIEX, Agilent y Shimadzu, como patrocinadores de plata, ThermoFischer Scientific y Walters, como patrocinadores de bronce, y con la colaboración de Elsevier, WEC&N, Springer y la King Saud University.