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En la industria del abastecimiento de agua, los sistemas digitales se han convertido en guardianes de lo esencial. Sin embargo, la misma digitalización que garantiza eficiencia y precisión abre puertas a amenazas invisibles, dado que los ciberataques acechan todo tipo de infraestructuras críticas y el agua también es un blanco.
Esta situación requiere de buenas estrategias, vigilancia constante y respuestas rápidas. En el cruce entre lo tangible y lo digital, mantenerse actualizado para protegerse mejor es un deber.
Las ciberamenazas no son solo físicas y el agua no escapa de los riesgos del mundo digital. Los sistemas que la gestionan están bajo un asedio virtual permanente que puede paralizar operaciones y exigir rescates exorbitantes. En ese contexto, las redes virtuales privadas como ExpressVPN son fundamentales porque proveen una capa adicional de seguridad que protege las comunicaciones dentro de las redes críticas.
En España, por ejemplo, se registraron 31 ciberincidentes en el sector del abastecimiento de agua durante 2020, si bien esto representó apenas el 0,1% del total en sectores estratégicos. A su vez, en Florida (Estados Unidos) un atacante intentó alterar los niveles químicos del agua potable en 2021, lo que pudo haber causado un desastre.
Así mismo, entre 2020 y 2022 se documentaron 82 incidentes en infraestructuras críticas de América Latina, no solo en la industria del abastecimiento de agua sino en general. A continuación, los datos más salientes:
Ahora el agua también fluye a través de cables: tecnologías como los sistemas SCADA monitorean caudales, detectan fugas y optimizan recursos en tiempo real. El problema es que con la conectividad los sistemas se vuelven más vulnerables, debido a que una grieta digital puede ser tanto o más peligrosa que una física.
Una buena defensa empieza con auditorías de ciberseguridad para buscar grietas. Los sistemas de monitoreo más avanzados detectan anomalías en el momento, lo cual frena a posibles intrusos antes de que hagan daño. Al mismo tiempo, la segmentación de las redes limita el alcance de los ataques, entonces una intrusión no necesariamente resulta en un desastre. En sintonía con las recomendaciones del Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) de España, el país ha adoptado estándares internacionales como el modelo NIST.
El agua, tan pura y constante, tiene un enemigo que no se ve pero quema. En cada dato que viaja por la red fluye además la responsabilidad de evitar el caos. La industria debe seguir aprendiendo, innovar y combatir las amenazas. En esta batalla silenciosa, el precio del descuido se mide tanto en cifras como en vidas.